No supe cómo creció
esta telaraña en mi cuello
¿hace tanto no me besas?
pero si la mariposa en mi rostro
aletea ocasional
y sé bien que eres tú.
No finjas.
Entraste a hurtadillas
y me robaste miradas
me fundiste en un trance
de olas sin agua.
Y tu cuerpo
y tu sombra
aún ocupan asiento en mis piernas.
No es un libro lo que leo
son las tardes tristes en Recoleta
y las carcajadas en Retiro
y el espejo roto de quienes me rodean
lo distorsiona todo
me estruja el alma
y a gotas me extingo
en esta vida muda
en el abandono
que no consigo morder.
¿Cómo desenredo las tiras
de mi desventura
y me estampo en paisajes
que me arranquen de ti?
Sigo sin entender
a qué volviste.
Deja mis canas crecer
deja mi sangre correr
que tu silueta en mis ojos
es ya noche de niebla
y comienza a llover.
viernes, 11 de septiembre de 2009
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