viernes, 11 de septiembre de 2009

Comienza a llover

No supe cómo creció
esta telaraña en mi cuello
¿hace tanto no me besas?

pero si la mariposa en mi rostro
aletea ocasional
y sé bien que eres tú.

No finjas.

Entraste a hurtadillas
y me robaste miradas
me fundiste en un trance
de olas sin agua.

Y tu cuerpo
y tu sombra
aún ocupan asiento en mis piernas.

No es un libro lo que leo
son las tardes tristes en Recoleta
y las carcajadas en Retiro

y el espejo roto de quienes me rodean
lo distorsiona todo

me estruja el alma
y a gotas me extingo
en esta vida muda

en el abandono
que no consigo morder.

¿Cómo desenredo las tiras
de mi desventura

y me estampo en paisajes
que me arranquen de ti?

Sigo sin entender
a qué volviste.

Deja mis canas crecer
deja mi sangre correr

que tu silueta en mis ojos
es ya noche de niebla
y comienza a llover.

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